Sobre el calzado “Barefoot”
Zapatos Descalzos

Sobre los pies descansa toda la estructura, pesada o enclenque según se esté, y aún enclenque parece increíble que sobre esos cuerpos diminutos se sostenga un esqueleto con todo y vísceras, grasa y mochila. Algunos han pensado que el pecado no fue el verbo y por supuesto tampoco la manzana sino la posición bípeda, Desmond Morris piensa que así las manos quedaron libres, libre para jugar, para agarrar, para golpear o para manosear; nuestro sexo también habría quedado al descubierto o al menos el masculino y las mamas del femenino, dando lugar al pudor, se dice, aunque otros changos y bípedos no parezcan avergonzarse en lo absoluto.

Siempre me han parecido un poco siniestros los animales con destreza dactilar, debo confesar que le tengo miedo a los changos, no soporto nuestras semejanzas y que al mismo tiempo se hallen en aquella frontera insospechada entre lo animal y lo humano, creo que si tuviera contacto cercano con algún chango me entregaría a ella o a él, sería su compañera y procuradora, terminaría como aquella mujer que vive entre orangutanes, Biruté Galdikas. Mi temor intuye eso que desde acá se asoma como una fatalidad, algo de eso vi venir cuando, después de haber decidido que nunca más tendría un animal, escuché el maullido agudo de mi gato Rosa, por suerte no tiene mucha destreza en sus patas (aunque sus presas podrían refutarme), sus dedos, uno junto a otro, impiden la independencia, es más bien un dedo gigante aunque con cinco buenos fileros. Los mapaches o los carpinchos tienen en cambio unos dedos más parecidos a los nuestros, lo que los vuelve más hábiles, pero también más “memeables”.
La teoría es razonable, el ligero tacón que tienen la mayoría de los zapatos y los tenis de running, obligaría a nuestra estructura a inclinarse hacia el frente, teniendo que hacer otras compensaciones para mantener el equilibrio, por otra parte, mucho de nuestro calzado se olvida del dedo pequeño de los pies o le otorga un espacio menor que incluso, en razón de la estética del zapato, puede verse sacrificado, el dedito. El último argumento que me convenció es la inflexibilidad de la suela en los tenis convencionales en el que el agarre al suelo o la curvatura del pie son imposibles, con todo ello, parece un milagro que aún sigamos en pie, alguna teoría piensa que es por ello que hay tanto dolor de espalda, yo aún no lo puedo decir, también he permanecido mucho tiempo frente a un escritorio y con los pies descalzos y he terminado con bolas sobre mis hombros. Lo que sí había observado desde aquel tiempo en el que entrenaba danza contemporánea, es la inutilidad de mis dedos, yo no era tan joven y no había entrenado a mis dedos para hacer puntas y talones como mis compañeras, al querer hacer una punta elegante sólo veía a mis torpes dedos encogerse, además, la blanquitud azulada de mis pies me recordaba un pez muerto al que sólo le faltara ese ojo de pescado, no sé por qué a una amiga le gustan mis pies, los encuentra lindos, junto con mis manos, son la parte más delgada de mi cuerpo, me parecen desproporcionados con mis caderas pero en conjunto funcionan, salvo cuando el pie derecho parece querer renunciar al kilómetro cuarto. Tengo un amigo con unos pies anchos, sus dedos pueden moverse fácilmente y con independencia, casi como una mano, puede encogerlos y estirarlos hasta hacerlos tronar, es realmente un talento. Tengo otro amigo con dos dedos anfibios, uno junto al otro sin separación, quizá sea un buen nadador, otro talento inexplorado. Yo por mi parte iré despertando poco a poco a ese dedo pequeño, hasta ahora no hay dolor, correr se ha sentido bien, el esfuerzo ha recaído más en las caderas y en los tobillos, lo único que se siente extraño es mi tobillo derecho que parece estar redoblando esfuerzos, quizá con el tiempo mis dedos puedan hacer algo más que sostener mi esqueleto.